F. Javier Llaneza Álvarez
Ergónomo ACERALIA (grupo ARCELOR)
Presidente Asociación Asturiana de Ergonomía
Vicepresidente AEE
Así, se debe reconocer que en la realidad de las organizaciones, no se pueden hacer experimentos gratuitos con el trabajo, ni jugar a científicos puros en la jornada laboral. Consiguientemente, los métodos y técnicas utilizados por los ergónomos, aunque puedan haber tenido su origen conceptual en la investigación “pura”, se caracterizan por haber sido transformadas para ser aceptadas por el empresario y los trabajadores.
La ciencia aplicada emplea y adapta la metodología de la ciencia pura para transformar un objeto en función de un sistema de valores. El conocimiento no es un fin en sí mismo, sino un medio que se pone en practica para satisfacer un valor. El valor que es la variable determinante resulta de una elección ética, ideológica, o política pero sin duda extracientifica. Este valor será el criterio de éxito o fracaso de cualquier intervención. Consiguientemente podrá llevar a resultados opuestos como consecuencia de la intervención. De ahí la necesaria obligación de las ciencias aplicadas, como la ergonomía, de definir de forma publica sus objetivos.
Estos han de estudiarse desde aproximaciones científicas que no pueden ser idénticas a las utilizadas para estudiar los elementos materiales que manejan, siendo fundamentales los avances de las ciencias que permiten explicar el comportamiento humano (Wisner, 1995). Estos pueden ser aplicados en la industria para obtener la máxima eficacia y fiabilidad del sistema y la mayor adaptabilidad a los operadores. La diferenciación entre ciencias puras y aplicadas no es tan cotidiana como las diferencias entre el ergónomo científico y académico con el practico: prevencionista o consultor.
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